Capítulo 1
Capítulo 2
♥ A Place for my heart ♥
lunes, 8 de octubre de 2012
Fic n°1: A place for my heart
Capítulo
2
Maldita sea mi suerte, pensé que nunca más en la vida tendría que verle la cara a ese imbécil y resulta que es el primo de me mejor amigo, lo cual me hace tener puntos en contra ya que por ningún motivo podría decir que ya lo conocía, sabiendo cómo es Andreas querría saber el porqué nos conocemos y si se entera lo más probable es que le pediría que se fuera.
-Odi – Sonrió luego de
saludar a sus primos – Te presento a Bill y Tom Kaulitz – Y ahora si que no me
quedaba duda de que era él. Bill me sonrió y besó mi mejilla mientras que Tom
sonrió haciéndose el lindo y me besó casi en la comisura de mis labios
diciéndome al oído “Amaría oírte gritar mi nombre de nuevo”. Maldito imbécil,
se nota que no es un caballero, él si que tiene memoria.
Durante todo el camino
Andreas y Bill se fueron cotorreando, mientras que Tom se mantuvo en silencio,
pero con una sonrisa de triunfo grabada en la cara y de vez en cuando mirándome
por el rabillo del ojo.
En ese momento nada me
molestaría más, como lo hacen sus lascivos ojos sobre mí.
De vez en cuando Andy miraba
por el espejo retrovisor y sonreía, de seguro le hacía gracia ver a su primo
“sociabilizar” con su mejor amiga, si supiera que en este momento deseaba tener
el valor necesario y gritarle en la cara, pero hay cosas que me lo impiden,
uno, no soy una persona así y dos, no me gustaría que Andreas se enojara, la
verdad es que no sé si enojaría con él, por prepotente o conmigo por suelta,
pero lo que si tengo claro es que sucedió entre Kaulitz y yo no saldrá nunca de
mi boca, si Andy se enterara sólo sería porque Thomas tiene una gran bocota.
Estaba tan absorta en mis
pensamientos que ni me di cuenta que habíamos llegado a casa y Andreas me
hablaba:
-Odette – Giré la cabeza y
lo miré exclamando un “Ah”
-¿Qué pasa? A llegamos –
Andy me miraba confundido, abrí la puerta y bajé, él caminó hasta mi lado.
-¿Qué sucede pequeña? – Tomó
mi barbilla y me miró a los ojos.
-Nada – Negué y me deshice
de sus manos.
-¿Segura? Reiteró.
-Sí, estoy bien – Asentí.
-¿Sabes que lo que sea
puedes decirme? – Insistió.
-Lo sé – Asentí de nuevo –
Ve con tus primos – Lo empujé suavemente para que caminara.
-Okey – Se volteó y fue a
abrir la puerta. Giré la cabeza hacia la izquierda y ahí estaba Tom, me miró
directo a los ojos y guiñó uno de los suyos. Bufé cabreada y avancé sin tomarlo
en cuenta.
Había pensado en quedarme
con Andy, pero ahora al “conocer” a uno de sus primos no me daban ganas, en
este momento me apetecería tomar mi moto e ir a dar una vuelta por la ciudad
y… me apetecía un cigarro.
Entré tras Andreas a la casa
y me acerqué a él.
-Andy – Le llamé para que se
acercara a mí.
-Dime – Se volteó.
-Necesito dos favores. – Me
miró interrogante. Bajé la vista a mis manos y luego lo miré a la cara. –
Necesito las llaves de la cochera y las de mi moto. – Frunció el ceño.
-¿Planeas irte? ¿Cómo?, en
la mañana dijiste que te quedarías.
-No me siento bien – El
truco más antiguo de la humanidad.
-No estás pálida, cuando te
sientes mal te pones pálida. - ¡Diablos!, me conoce demasiado bien - ¿Dónde
quieres ir? – Se cruzó de brazos y mantuvo su ceño fruncido.
-A ningún lado – Qué
estúpida (Me golpeo la cara haciendo pff)
-Entonces no hay razón para
salir – Sonrió y se volteó hacia sus
primos quienes estuvieron todo el rato al pendiente de nosotros dos y más una
persona en particular.
Siguió conversando con ellos
mientras yo mordía mis uñas enrabiada. En cuanto los cuales subieron las
escaleras con su equipaje, me planté seria frente a mi amigo.
-Me quiero ir – Le dije sin
más.
-¿Dónde se supone que irás?
– Me miró burlesco.
-A mi casa, ¿dónde más? –
Alcé una ceja.
-¿Y si yo no quiero que te
vayas?, recuerda que YO – Hizo énfasis en el yo y se indicó con ambos pulgares
– tengo tus llaves. No creo que te sea muy fácil hacer partir la moto sin
ellas, ¿no? – Bufé y me crucé de brazos.
-Ya poh Andy – Lo miré con
ojos de perrito mojado – por favor.
-Pero explícame por qué te
quieres ir, en la mañana estabas tan contenta de quedarte a compartir con mis
primos, que de veras que no entiendo.
-Es que, ¡Hay! – Me tapé la
cara inventando algo… ¡Eso! Se me prendió la ampolleta – No te quería decir
porque me dio vergüenza, sucede – Tomé aire a ver si lo hacía más creíble – Es
que me llegó la regla – Cerré un ojos y miré hacia abajo esperando que me
creyera.
-¿Por qué no me lo dijiste
antes, pequeña? – Sonrió.
-Es que me dio cosita – Miré
mis pies.
-Ya Ok…pero tu supones ir
así en moto – Me miró – No te – Giró su dedo queriendo indicar algo – ¿No te…
mancharás?
-Jaja – me reí falsamente –
Una mujer siempre tiene técnicas para ello.
-Bien, entonces toma – Metió
la mano en su bolsillo y me pasó la llave de mi moto. – Yo te abro la cochera.
Salí por la puerta y entré a
la cochera, abrí la puerta del auto de Andy, saqué mi bolso, me lo crucé y
encendí mi moto.
-Cuídate pequeña – Acarició
mi cabello, asentí – Vuelve eh! – Asentí nuevamente – Te quiero – besó mi
cabeza-
-Yo igual – Me puse el casco
y salí suavemente de la cochera, ya en la calle aceleré perdiendo el rastro de
la casa.
Di un par de vueltas por la
ciudad enrabiada, maldito el día en que viajé a Magdeburgo, maldito el día en
que fui a esa fiesta y maldito el día en que conocí a Thomas Kaulitz.
Me estacioné frente a mi
casa y entré, cerré la puerta tras de mí, lancé el casco y las llaves al suelo
y lancé un grito mientras con el talón de mi pie izquierdo golpeé la puerta.
-Te odio Kaulitz – Me dejé
caer con la espalda afirmada en la puerta. Lágrimas de rabia resbalaron por mis
mejillas, me las quité con rabia y me paré, “no tengo porqué llorar por él”,
pensé.
Subí las escaleras hasta mi
pieza donde me tendí en mi cama. Miré el techo y suspiré. Encuentro estúpido,
conozco a Andreas de toda la vida y sólo ahora me entero de que tiene primos y
que más encima son los Kaulitz; a Bill lo divisé aquella noche en la disco y
afortunadamente el estaba muy tomado como para recordarme, desgraciadamente su
hermano tiene muy buena memoria y Dios mío, que perdí mi virginidad con él, de
eso obviamente se dio cuenta y para mas remate esa noche me habló bellas cosas
al oído y luego se marchó, dejándome ahí como si fuera una puta.
Luego de un rato me levanté
y me duché, estuve bastante rato bajo el chorro, luego de ello me vestí con un
lindo vestido de flores, unos botines cafés y una chaqueta de cuero del mismo
color. Me sequé el pelo y me armé los rulos, me miré al espejo y sonreí, tomé
mi set de pinturas y me maquillé suave.
Cogí mi mochila y bajé las
escaleras, me senté en el sofá y prendí la radio, dentro estaba sonando una
suave música, saqué un cigarrillo de mi cartuchera, me lo llevé a los labios y
lo encendí. El suave sabor a mentol me relajó y me quitó un poco las ganas de
asesinar.
Cuando por fin lo terminé
llevé la colilla y luego de mojarla la boté a la basura.
Después de tomar todas mis
cosas salí de casa, me subí a la moto y partí a la casa de Andy. En una
oportunidad miré mis piernas y sonreí, el borde del vestido normalmente me
llega a media pierna y montada sobre la moto apenas me tapaba los calzones.
No me demoré nada hasta
allá, así que con total calma estacioné la moto frente a su casa y bajé. Llevé
conmigo el casco y las llaves y golpeé la puerta. Para mi gran buena suerte me
abrió Thomas (nótese la ironía) y para engrandecer mi ego se me quedó viendo
embobado, aclaré mi garganta y ahí despertó de su trance, sin decirme ni una
palabra me dejó pasar y luego cerró la
puerta tras de mí.
-¿Tú te viniste así? – Me
señaló el corto vestido mi queridísimo Andreas Klein.
-¿Y cómo se supone que viniera?
– Levanté los hombros.
-Con algo que no sea tan
corto - ¡Qué exagerado!
-Pero si no es corto – Me
miré las piernas, en verdad para andar en moto si es corto, pero eso yo no lo
asumiría estando él frente a mí.
-En la moto se te veía todo
– Parece que quiere suplantar a mi padre.
-Si quieres voy a robarle un
hábito a una monja, algo que me tape los tobillos – indiqué la puerta. Me miró
con cara de pocos amigos.
-Andy – Lo llamó Bill –
déjala - Andreas me miró por última vez
y se volteó molesto.
-Gracias Bill – Le sonreí
-De nada – Me devolvió la
sonrisa.
Aún con la mochila en mis hombros
subí a la pieza de Andreas. Sé que estaba celoso, ¿razón?, porque su primito me
estaba mirando, luego de voltearme me di cuenta que lo seguía haciendo. Sé que me
quiere, y por ello tampoco me va a dejar de hablar.
Dejé a los pies de su cama mi
mochila y me dispuse a salir de ahí, pero antes de que lo pudiera hacer la puerta
se abrió y se cerró con pestillo.
-¿Qué haces aquí? – Fruncí el
ceño molesta.
Continuará...
sábado, 6 de octubre de 2012
ONE SHOT N°1 : Tausend Meere
No sabía cómo hacerlo, no se atrevía, su cuerpo daba claras
señales de ello. Sus manos sudaban y tenía un ligero temblor en las piernas, no
es de miedo, sino que de una vasta ansiedad la cual no tiene como reprimir.
Debía de haber hecho esto hace años, cuando en verdad estaba
a tiempo, cuando la oportunidad se dio, pero producto de su orgullo dejó pasar
el tiempo. Ahora luego de 10 agónicos
años en los cuales refugiándose en las chicas que encontraba en los antros que
solía visitar con frecuencia, intentó olvidarla, se dio cuenta que eso era
imposible, mientras más hizo para sacarla de su cabeza, más pensó en ella. Cada
vez que se follaba a una puta veía su cara en ella y terminaba haciéndole el
amor de la forma más delicada posible. Así fue como se ganó el amor entre las
profesionales, quienes se agrupaban alrededor suyo mendigando por su cariño.
Dio un paso más quedando a los pies del primer escalón y
miró la puerta con pesar, ‘es ahora o nunca’, pensó y decidido picó el timbre
de la acomodada casa de ese barrio al que nunca en su vida por mérito propio
podría acceder.
Como si el tiempo avanzara al igual que un cuenta gotas vio
como lentamente se abría la puerta y dejaba ver esos brillantes cabellos rojos
que desprendían ese elíxir de flores que hasta al más reacio al amor haría caer
a sus pies.
Una bella sonrisa iluminó su rostro al ver al muchacho hijo
del jardinero de su casa. Sigilosamente miró a ambos lados y abrió la puerta de
par en par, tenía la suerte de estar sola por lo que podría oír lo que tantas
veces pensó que podrían salir de aquellos gruesos labios ahora bordeados por
aquella suave barba de trasnoche. Como había cambiado con los años, de ser ese
niño de diez años desconfiado, el cual se protegía tras las piernas de su
difunto padre, a pasar a ser ese hermoso y varonil hombre, seguro de sí mismo y
con aquella excitante pero a la vez tierna y sincera mirada, que por lo menos a
ella le dejaba ver a destajo todo el contenido de su alma. Aún no se explicaba
como aquel duro hombre de los barrios bajos que se ganó el respeto y el lugar
en el que se encontraba de manera dura y fría pudiera mostrar sumisamente su
lado B, el cual nunca le escondió. Cuanto amaba a ese muchacho y cuanto dolor
le causaba el pertenecer a una familia tan conservadora, como le gustaría poder
tirar su futuro por la borda e irse con una maleta llena de amor al lado del
hombre que ocupa su corazón, al hombre que transforma sus infantiles sueños en
los más calientes y húmedas noches de pasión que temía nunca poder hacer
realidad.
Absorta en sus
pensamientos no se percató de la intensa mirada que le propinaba el
muchacho, una mirada intensa, pero en la que encontró una sentimiento
desconocida para ella en los ojos de su amado, ¿temor?, ¿cómo es posible que él
sintiera temor? Una corriente eléctrica recorrió por completo su columna
vertebral e instintivamente dio un paso hacia atrás, mostrando claramente su
titubeante postura.
El muchacho sin más dio un paso, pisando el primer escalón
de aquella pequeña escalinata de piedra, miró a sus pies y armándose de valor
la miró con su quemante mirada directamente a esos bellos ojos verde musgo.
Intentó hablar, pero ninguna palabra salió de sus labios,
sólo se abrieron un poco, gesto que fue captado por la muchacha. Esos grandes
ojos delineados por el suave lápiz negro se quedaron pegados en esa provocadora
imagen. Esos carnosos labios rojos, aún húmedos por la nerviosa lengua del
chico, ese cautivante aro negro que atravesaba verticalmente la comisura de su
boca, la cual se encontraba abierta dando una discreta invitación a que sus
labios se fusionasen con los de ella.
Ante aquellos impuros pensamientos desvió la mirada hasta
encontrarse con la de él, la cual había dejado der ser tímida, sino que se
convirtió en unos bellos ojos almendrados color miel, con una ceja alzada y un
brillo especial como diciendo: ‘Bésame, ¿Qué esperas?
-Tom – susurró la muchacha rompiendo aquel perpetuo y
silencio que se había formado.
-Shh! – Decidido y agradeciendo aquella pequeña intervención
el moreno subió el último escalón que les quedaba de distancia y posó su dedo
sobre los labios de la chica – No digas nada.
-Yo…-
-Necesito decirte algo – Coincidieron al hablar, Tom pudiese
haber sido caballero y haberla dejado hablar, pero necesitaba sacar aquello de
su pecho luego y una interrupción más lo haría darse la vuelta y marcharse.
-Si – Fue lo único que dijo, acompañando la pequeña palabra
con un corto asentimiento.
-Ángeles, yo… - Tragó costosamente la saliva que en cuestión
de segundos se había juntado en su boca. Dio un hondo respiro y se decidió a
hablar. – Yo Te amo – Sus palabras fueron firmes pero llenas de una ternura
infinita.
-Tomi – Una mueca de asombro se formó en el fino rostro de
la muchacha, ‘no me quiere pensó’ ante la extraña reacción-
-Ángel… - Antes de que pudiera terminar de susurrar su
nombre la chica posó sus pequeñas manos sobre los hombros de su amado, lo
atrajo hacia sí y lo besó como tantas veces anheló.
Los ojos de Tom se abrieron por la sorpresa, pero al sentir
como delicadamente los labios de Ángeles se abrían paso por los suyos, cerró
los ojos y se dejó llevar por el tan esperado beso.
Sin esperar más la muchacha lo arrastró hasta su cuarto sin
dejar de besarlo, allí como si se tratasen de dos obras de arte valiosísimas se
despojaron de sus ropas y se tocaron como por años desearon. Sus cuerpos perlados por el sudor se rozaban
el uno con el otro mientras de sus bocas salían susurrantes gemidos de placer
aún envueltos en una sutil vergüenza de la primera vez. Como si estuvieran
compaginados llegaron al mismo instante al clímax y sin separarse ni medio
centímetro se durmieron abrazados sintiendo el calor del otro sobre sus pieles.
Despertó desorientado, pero al observar aquella femenina y
bien cuidada habitación recordó lo acontecido hacía algunas horas atrás. Giró su
cabeza buscándola a su lado, pero ésta no se encontraba. Sin siquiera cubrir su
cuerpo con sus bóxer se levantó y la buscó por esa gran habitación,
encontrándola al fin dentro de su pieza de vestir, su cabello estaba mojado
realzándole las ondas y haciendo ver su pelo como si este fuera negro. Su cuerpo
estaba cubierto por ropa limpia. Ella estaba inclinada de espaldas a él buscando
algo que al parecer su cuerpo no alcanzaba a sacar.
Sigilosamente él se acercó a aquel fino y delicado cuerpo y
lo aferró a su pecho, acercó sus labios a su oído y le susurró.
-Te amo – esas dos pequeñas pero poderosas palabras bastaron
para que ella dejara de buscar en la repisa y girarse hacia él, quedando sus
narices a menos de medio centímetro.
-Yo igual – Se fundieron en un casto beso, al separarse ella
lo miró y se dio cuenta que estaba completamente desnudo, sus mejillas se
tiñeron de rosa y su mirada se desvió a otra parte de la habitación.
-Hey – La tomó de la barbilla y la hizo mirarlo a los ojos –
No debes avergonzarte, este cuerpo que vez
- Se indicó con una de sus manos –
es tuyo, no debes temerle - Ella sin articular palabra asintió y tomando un
poco más de valentía lo miró a su antojo, mientras se mordía con saña sus
labios. – Te harás daño – Él le levantó el mentón divertido y le miró a los
ojos - ¿Qué hacías? – Se le colorearon las mejillas.
-Mirar mi cuerpo – Él sonrió y negó - ¿Qué? – Se le escapó
una suave risita.
-No me refería a eso. –Le explicó.
-¿Entonces? – Preguntó sin entender.
-¿Qué buscabas? – Aclaró.
-Me voy – La cara de Tom se desfiguró y toda aquella alegría
que sentía se desvaneció – Lo siento – Dijo al darse cuenta de la expresión de
la cara del muchacho – me he expresado mal – el respirando un poco más
tranquilo, pero aún tenso la miró a los ojos intentando descifrar antes lo que
iba a decir – Nos vamos – Terminó de hablar – Me voy de esta casa – Él la miró
confundido. – Tomi, quiero irme a vivir contigo, quiero amarte y envejecer a mi
lado, quiero ser tuya todos los días y poder gritar a los cuatro vientos que te
amo sin que unas estúpidas reglas de clases me lo impidan.
-Ángel – Una pequeña lágrima descendió por la tostada
mejilla del moreno – No quiero que por mí tu pierdas tu felicidad junto a los
tuyos, yo sólo…
-Mi felicidad está a tu lado – Lo pilló por sorpresa – ellos
no me hacen feliz, me han hecho infeliz por toda mi vida con esas estúpidas
reglas de clases, soporté comprometerme con un idiota que no me interesa sólo
por los negocios de mi padre – La cara de Tom fue de asombro al oír eso, él no
tenía idea que su niñita se iba a casar. Ella al ver su cara con total
naturalidad dijo: - Que se vaya a la mierda porque al único que yo quiero y con
él que me quiero casar, compartir mi vida y envejecer es contigo mi cielo.
-Mi Ángel, te amo tanto – Le dio un suave beso en los labios
de su chica.
-Yo también, por eso tomo esta decisión. No me importa donde
vayamos, yo tengo mi profesión y aunque tuviera que inventar recoger conchitas
en la playa para poder vivir, créeme que lo haría con todo gusto, porque el
mejor regalo que me puede dar la vida es el poder estar a tu lado.
-Vámonos – Le dijo decidido – escapemos lejos, muy lejos –
La miró a los ojos y de pronto se arrodilló – Ángel, mi precioso Ángel, cásate
conmigo – y de uno de sus dedos se sacó el anillo que algún día se puso, un
pequeño anillo de plata como un simple cordón con un hermoso grabado en su
interior ‘Por ti recorrería mil mares’. Ángeles leyó el grabado y con una
sonrisa le respondió:
-Me encantaría recorrer esos indómitos mares a tu lado,
porque mientras así sea nada he de temer – Con un tierno beso cerraron aquel
íntimo compromiso.
Mientras ella arreglaba un pequeño bolso con sus
pertenencias más queridas, él se vistió y juntos sigilosamente bajaron las
escaleras de esa gran casa. Rápidamente tomó papel y lápiz y con su perfecta
caligrafía escribió:
‘Les agradezco enormemente los años a mi lado, pero ya llegó
la hora de partir y para tu desafortunado negocio, papá, no es con el hijo de
tu socio. Me voy para siempre de aquí, no si nos volvamos a ver alguna vez, ya
que me iré de la ciudad y lo más
probable es que también del país. Algún día conocerán a sus nietos, no les
quitaré ese derecho.
Los quiero, Ángeles.’
Tomó el papel y lo dejó sobre la mesa del recibidor , con
unas cuantas lágrimas en los ojos salió al lado de su novio y se subieron en su
auto. Se montaron en el auto y se perdieron a toda velocidad en búsqueda de su
tan ansiada felicidad.
Fue algo que salió tan derrepente, me gustó como quedó, nunca había escrito un One Shot, pero quedé conforme :)
viernes, 5 de octubre de 2012
Fic n°1: A place for my heart
Capítulo
1
El día estaba soleado, las
olas chocaban contra las rocas de la orilla, mientras las gaviotas danzaban
enceguecidas por el aroma de los peces. Mis pies se marcaban sobre la arena
húmeda y mis ojos contemplaban con gran fulgor aquel bello paisaje. Esta parte
de la playa es muy poco transitada,
razón por la cual es mucho más atractiva para mí.
Luego de alrededor de 1 km
de caminata me senté sobre la tibia arena a sentir la brisa chocar contra mi
cara mientras se despeinaban mis cabellos; cerré los ojos para sentir en más
detalles todos aquellos deliciosos sonidos que me hacen teletransportarme a
otra dimensión en la que la reina la tranquilidad y la paz.
Desgraciadamente lo bueno no
dura mucho, ya que comenzó a sonar mi celular, abrí los ojos de golpe y saqué
el aparato de mi bolsillo, era Andreas, mi mejor amigo.
-Hola – Lo saludé - ¿Qué
pasa Andy?
-Hola pequeña; necesito un
favor, urgente.
-¿Qué favor? – Fruncí el
ceño, el último favor fue hacerme pasar por su novia porque una chica que
andaba tras del. El muy idiota quedó de juntarse con ella y me llevó, la niña
se fue llorando.
-Nada malo – Me advirtió.
-Bien, que no quiero hacer
llorar a nadie.
-No, – Rió – es que vienen
unos primos y necesito que me ayudes con los preparativos.
-Claro. – Le contesté – No hay
problema, ¿cuándo necesitas mi ayuda?
-En media hora – Sheiβe
-Estoy en la playa, voy a la
moto, voy a mi casa y después voy a la tuya – Le conté mis planes recién
elaborados.
-Pequeña, llegan mañana en
la tarde, ven ahora, almuerzas conmigo y me ayudas – Se explicó.
-Okey, okey. – Me paré y
empecé a caminar – Voy.
-Gracias amiga – Me lo
imaginé sonriendo.
-De nada Andy.
-Te quiero – Se despidió.
-Yo también – Le corté.
Empecé a caminar, me costaba
hacerlo, pero es la única forma ya que no hay vereda ni calle, sólo se puede
llegar hasta acá a pie.
Cuando llegué, abrí la
cajuela y saqué el casco, me subí a la moto, me lo puse y encendí el motor. No me
demoré mucho a la casa de Andy, ya que de acá está bastante cerca. Al llegar
entré la moto al encontrar la cochera ya abierta para mí, me bajé y me dirigí a
la puerta donde toqué el timbre.
-Hola – Me besó en la
mejilla y me dejó pasar.
-Hola, tengo hambre – Me
sobé la guata.
-Tengo comida echa, vamos –
Me senté a la mesa en la cocina mientras veía a Andy servirme un plato de lasaña,
rico, el imbécil sabe que es mi platillo favorito, sabe muy bien como
comprarme. – Espero que te guste mi humilde comida.
-Já, estás de broma, sabes
que me encanta.
-Lo siento, quiero que
tengas ánimo – Tomó el otro plato y se sirvió lasaña.
Se sentó y empezamos a
comer, y estaba muy rico, entre bromas y recuerdos de cosas estúpidas
terminamos de comer. Tomó los platos y los dejó en el lavaplatos diciendo: ‘después
los lavo’.
Lo seguí hasta el segundo
piso donde se volteó y me miró:
-Vienen mis dos primos a
pasar el verano y necesito que me ayudes a arreglar las piezas desocupadas.
-Sí – Asentí.
Comenzamos por la primera
pieza donde sacamos de los roperos todo lo que había para así poderlos dejar
vacíos.
-Si quieres me llevo esto –
Indiqué la caja que había en el suelo – a algún hogar de gente sin hogar.
-Sí, sólo que hay ver lo que
hay que lavar, ha estado años ahí.
-Obvio, pero yo lo lavo en
la casa.
-Sí, bueno.
Mientras él movía la cama yo
bajé a buscar la escoba, la cual pasé por todos lados, incluyendo los rincones
en el cielo raso, detrás de los muebles y por las ventanas que más tarde
limpiamos.
Ordenamos a fondo las dos
piezas, además de la ropa de cama. Cuando terminamos ya eras más de las doce y
media de la noche.
-Tomemos once – Fue lo único
que me dijo antes de arrastrarme a la mesa y ‘obligarme’ a comer. Media hora
más tarde cuando iba a tomar las llaves de la moto las tomó antes que yo
pudiera hacerlo.
-¿Dónde vas? – Arrugó el
ceño.
-Me voy a casa – Me crucé de
brazos.
-¿Estás loca?, mira la hora
que es, son más de la una de la mañana, a esta hora tú no te vas de aquí.
-Andreas – Golpeé el pie
sobre el suelo, era temprano, de lo más bien me puedo ir, ya lo he hecho e
inclusive hasta más tarde, aunque él no lo sabe, claro.
-Nada de peros, Odette, tú
te quedas – Dijo firme.
-Okey, me quedo – Bajé los
brazos derrotada.
-Veamos una película –
Asentí, yo no tenía sueño y de seguro el tampoco.
-¿Dónde? – Pregunté mirándolo.
-En la pieza, nos acostamos
y la vemos.
-Sí – No sería la primera
vez que duermo con él, nos conocemos de toda la vida, nuestros padres fueron
muy amigos y desgraciadamente fallecieron en el mismo accidente hace cinco
años.
Recordar ello me deprimió un
poco, pero quise no seguir acordándome, no lo quiero bajonear a él también, después de todo llevamos la
misma pena.
Cuando llegamos a la pieza me
puse a buscar una peli, mientras el hurgaba en su armario, seguramente para
pasarme alguna polera.
Entré todo ese montón de cd’s
encontré una película que hacía años no veía y que amo: ‘Rápido y Furioso’.
-Toma – Me tendió una polera
azul, la tomé, me paré y le pasé el disco. – Te gusta mucho esa polera – No comprendí
hasta que la miré y sonreí.
-¡Wow!, ésta fue la que…
-Por la que me jodiste un
mes que era linda y yo no quise comprar y que al final tú me regalaste – Me interrumpió
para decir eso, pero no contó la historia completa.
-Y que después anduviste una
semana con ella sin quitártela porque dijiste que te hacía ver sexy – Me reí en
su cara.
-No quería recordar esa
parte tan vergonzosa - ¬.¬
- Lo siento – Me quité la
polera que llevaba puesta y me puse la de Andy.
-No tienes respeto por mí –
Se quejó.
-Ahora – Me reí, - tú te
vistes y te desnudas delante de mí, además me has visto cientos de veces, somos
amigos – le saqué la lengua.
-Bien, bien – Levantó las
manos.
Me quité los zapatos y los
calcetines juntos con los jeans y quedé lista, su polera me llegaba casi a las rodillas.
-¿Qué me miras? – Levantó los
hombros.
-Te ves tierna – Apretó una
de mis mejillas y yo lo golpeé en el brazo, odio que me hagan eso.
-Tonto, mejor pone la peli –
Caminé hasta su cama y me acosté al rincón como siempre.
Andy puso la película y se
desvistió quedando sólo en bóxer, tomó el control remoto y se acostó a mi lado,
pasó su brazo por detrás de mi espalda y me abrazó quedando mi cabeza en su
pecho.
-Te quiero pequeña – Besó mi
cabello.
-Yo también – Lo miré y le
sonreí.
No sé que hubiera sido de mí
sin Andreas, él a pesar de haber sufrido la misma pena que yo, estuvo estoico a
mi lado, para poder ser mi cable a tierra e intentar consolarme; juro que no sé
como lo hizo, pero se lo agradezco enormemente y por ello lo amo con mi vida.
Al final no fui capaz de
terminar de ver la película, me quedé dormida entres sus brazos y cuando
desperté estaba de espaldas a él con sus brazos alrededor de mi cintura y su
cabeza enterrada en mi pelo.
Me deshice de su agarre y me
levanté. Bajé la escalera y fui a preparar un rico desayuno para los dos, puse
todo en una bandeja y subí con cuidado de no caerme. Ya en su pieza lo
despertó:
-Andy – Abrió los ojos
despacio y me miró.
-¿Qué hiciste? – Se refregó
la cara.
-Un desayuno para los dos,
toma – Lo hice sujetar la bandeja mientras yo me acostaba a su lado.
Puso la bandeja sobre las
piernas de ambos y empezamos a comer.
-Rico – Me miró y se
saboreó.
-Gracias – Sonreí
agradecida.
Luego de desayunar nos
levantamos y bajamos.
-Iré contigo – Me dijo
-¿Por qué? – Pregunté.
-Porque quiero que conozcas
a mis primos y conociéndote no volverás, así que vamos, deja la mota acá y
vamos en el auto – Asentí, con él no queda otra que acatar, es tan terco que de
cualquier forma logra lo que quiere.
Moví la moto para que
pudiera sacar el auto, luego de eso la dejé bien guardada en el estacionamiento
y salimos a mi casa.
Cuando llegamos entramos y
mientras él me esperó viendo televisión yo me duché, me vestí y me arreglé. Tomé
mi bolso, luego de que me dijo que me quedaría si o si con él y eché una muda,
además de un traje de baños, por si acaso.
Almorzamos en mi casa y
luego fuimos de vuelta a la del. Pasado un rato del que estuvimos leseando en
su pieza me dijo:
-Odi, ¿acompáñame a
buscarlos al terminal?
-Sip – Nos paramos de la
cama y salimos en su auto a buscar a sus primos. Tuvimos que esperar como
quince minutos a que llegara el bus, en cuanto se bajaron quedé con la boca
abierta y fue como si un balde de agua fría hubiese caído sobre mí.
Continuará....
Em eso fue mi primer capi :) No quise poner las cosas avisando que iba a colgar una fic, sino que simplemente quise hacerlo. Por faa comenten :)
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