sábado, 6 de octubre de 2012

ONE SHOT N°1 : Tausend Meere



No sabía cómo hacerlo, no se atrevía, su cuerpo daba claras señales de ello. Sus manos sudaban y tenía un ligero temblor en las piernas, no es de miedo, sino que de una vasta ansiedad la cual no tiene como reprimir.
Debía de haber hecho esto hace años, cuando en verdad estaba a tiempo, cuando la oportunidad se dio, pero producto de su orgullo dejó pasar el tiempo. Ahora luego de  10 agónicos años en los cuales refugiándose en las chicas que encontraba en los antros que solía visitar con frecuencia, intentó olvidarla, se dio cuenta que eso era imposible, mientras más hizo para sacarla de su cabeza, más pensó en ella. Cada vez que se follaba a una puta veía su cara en ella y terminaba haciéndole el amor de la forma más delicada posible. Así fue como se ganó el amor entre las profesionales, quienes se agrupaban alrededor suyo mendigando por su cariño.
Dio un paso más quedando a los pies del primer escalón y miró la puerta con pesar, ‘es ahora o nunca’, pensó y decidido picó el timbre de la acomodada casa de ese barrio al que nunca en su vida por mérito propio podría acceder.
Como si el tiempo avanzara al igual que un cuenta gotas vio como lentamente se abría la puerta y dejaba ver esos brillantes cabellos rojos que desprendían ese elíxir de flores que hasta al más reacio al amor haría caer a sus pies.
Una bella sonrisa iluminó su rostro al ver al muchacho hijo del jardinero de su casa. Sigilosamente miró a ambos lados y abrió la puerta de par en par, tenía la suerte de estar sola por lo que podría oír lo que tantas veces pensó que podrían salir de aquellos gruesos labios ahora bordeados por aquella suave barba de trasnoche. Como había cambiado con los años, de ser ese niño de diez años desconfiado, el cual se protegía tras las piernas de su difunto padre, a pasar a ser ese hermoso y varonil hombre, seguro de sí mismo y con aquella excitante pero a la vez tierna y sincera mirada, que por lo menos a ella le dejaba ver a destajo todo el contenido de su alma. Aún no se explicaba como aquel duro hombre de los barrios bajos que se ganó el respeto y el lugar en el que se encontraba de manera dura y fría pudiera mostrar sumisamente su lado B, el cual nunca le escondió. Cuanto amaba a ese muchacho y cuanto dolor le causaba el pertenecer a una familia tan conservadora, como le gustaría poder tirar su futuro por la borda e irse con una maleta llena de amor al lado del hombre que ocupa su corazón, al hombre que transforma sus infantiles sueños en los más calientes y húmedas noches de pasión que temía nunca poder hacer realidad.
Absorta en sus  pensamientos no se percató de la intensa mirada que le propinaba el muchacho, una mirada intensa, pero en la que encontró una sentimiento desconocida para ella en los ojos de su amado, ¿temor?, ¿cómo es posible que él sintiera temor? Una corriente eléctrica recorrió por completo su columna vertebral e instintivamente dio un paso hacia atrás, mostrando claramente su titubeante postura.
El muchacho sin más dio un paso, pisando el primer escalón de aquella pequeña escalinata de piedra, miró a sus pies y armándose de valor la miró con su quemante mirada directamente a esos bellos ojos verde musgo.
Intentó hablar, pero ninguna palabra salió de sus labios, sólo se abrieron un poco, gesto que fue captado por la muchacha. Esos grandes ojos delineados por el suave lápiz negro se quedaron pegados en esa provocadora imagen. Esos carnosos labios rojos, aún húmedos por la nerviosa lengua del chico, ese cautivante aro negro que atravesaba verticalmente la comisura de su boca, la cual se encontraba abierta dando una discreta invitación a que sus labios se fusionasen con los de ella.
Ante aquellos impuros pensamientos desvió la mirada hasta encontrarse con la de él, la cual había dejado der ser tímida, sino que se convirtió en unos bellos ojos almendrados color miel, con una ceja alzada y un brillo especial como diciendo: ‘Bésame, ¿Qué esperas?
-Tom – susurró la muchacha rompiendo aquel perpetuo y silencio que se había formado.
-Shh! – Decidido y agradeciendo aquella pequeña intervención el moreno subió el último escalón que les quedaba de distancia y posó su dedo sobre los labios de la chica – No digas nada.
-Yo…-
-Necesito decirte algo – Coincidieron al hablar, Tom pudiese haber sido caballero y haberla dejado hablar, pero necesitaba sacar aquello de su pecho luego y una interrupción más lo haría darse la vuelta y marcharse.
-Si – Fue lo único que dijo, acompañando la pequeña palabra con un corto asentimiento.
-Ángeles, yo… - Tragó costosamente la saliva que en cuestión de segundos se había juntado en su boca. Dio un hondo respiro y se decidió a hablar. – Yo Te amo – Sus palabras fueron firmes pero llenas de una ternura infinita.
-Tomi – Una mueca de asombro se formó en el fino rostro de la muchacha, ‘no me quiere pensó’ ante la extraña reacción-
-Ángel… - Antes de que pudiera terminar de susurrar su nombre la chica posó sus pequeñas manos sobre los hombros de su amado, lo atrajo hacia sí y lo besó como tantas veces anheló.
Los ojos de Tom se abrieron por la sorpresa, pero al sentir como delicadamente los labios de Ángeles se abrían paso por los suyos, cerró los ojos y se dejó llevar por el tan esperado beso.
Sin esperar más la muchacha lo arrastró hasta su cuarto sin dejar de besarlo, allí como si se tratasen de dos obras de arte valiosísimas se despojaron de sus ropas y se tocaron como por años desearon.  Sus cuerpos perlados por el sudor se rozaban el uno con el otro mientras de sus bocas salían susurrantes gemidos de placer aún envueltos en una sutil vergüenza de la primera vez. Como si estuvieran compaginados llegaron al mismo instante al clímax y sin separarse ni medio centímetro se durmieron abrazados sintiendo el calor del otro sobre sus pieles.
Despertó desorientado, pero al observar aquella femenina y bien cuidada habitación recordó lo acontecido hacía algunas horas atrás. Giró su cabeza buscándola a su lado, pero ésta no se encontraba. Sin siquiera cubrir su cuerpo con sus bóxer se levantó y la buscó por esa gran habitación, encontrándola al fin dentro de su pieza de vestir, su cabello estaba mojado realzándole las ondas y haciendo ver su pelo como si este fuera negro. Su cuerpo estaba cubierto por ropa limpia. Ella estaba inclinada de espaldas a él buscando algo que al parecer su cuerpo no alcanzaba a sacar.
Sigilosamente él se acercó a aquel fino y delicado cuerpo y lo aferró a su pecho, acercó sus labios a su oído y le susurró.
-Te amo – esas dos pequeñas pero poderosas palabras bastaron para que ella dejara de buscar en la repisa y girarse hacia él, quedando sus narices a menos de medio centímetro.
-Yo igual – Se fundieron en un casto beso, al separarse ella lo miró y se dio cuenta que estaba completamente desnudo, sus mejillas se tiñeron de rosa y su mirada se desvió a otra parte de la habitación.
-Hey – La tomó de la barbilla y la hizo mirarlo a los ojos – No debes avergonzarte, este cuerpo que vez  - Se indicó  con una de sus manos – es tuyo, no debes temerle - Ella sin articular palabra asintió y tomando un poco más de valentía lo miró a su antojo, mientras se mordía con saña sus labios. – Te harás daño – Él le levantó el mentón divertido y le miró a los ojos - ¿Qué hacías? – Se le colorearon las mejillas.
-Mirar mi cuerpo – Él sonrió y negó - ¿Qué? – Se le escapó una suave risita.
-No me refería a eso. –Le explicó.
-¿Entonces? – Preguntó sin entender.
-¿Qué buscabas? – Aclaró.
-Me voy – La cara de Tom se desfiguró y toda aquella alegría que sentía se desvaneció – Lo siento – Dijo al darse cuenta de la expresión de la cara del muchacho – me he expresado mal – el respirando un poco más tranquilo, pero aún tenso la miró a los ojos intentando descifrar antes lo que iba a decir – Nos vamos – Terminó de hablar – Me voy de esta casa – Él la miró confundido. – Tomi, quiero irme a vivir contigo, quiero amarte y envejecer a mi lado, quiero ser tuya todos los días y poder gritar a los cuatro vientos que te amo sin que unas estúpidas reglas de clases me lo impidan.
-Ángel – Una pequeña lágrima descendió por la tostada mejilla del moreno – No quiero que por mí tu pierdas tu felicidad junto a los tuyos, yo sólo…
-Mi felicidad está a tu lado – Lo pilló por sorpresa – ellos no me hacen feliz, me han hecho infeliz por toda mi vida con esas estúpidas reglas de clases, soporté comprometerme con un idiota que no me interesa sólo por los negocios de mi padre – La cara de Tom fue de asombro al oír eso, él no tenía idea que su niñita se iba a casar. Ella al ver su cara con total naturalidad dijo: - Que se vaya a la mierda porque al único que yo quiero y con él que me quiero casar, compartir mi vida y envejecer es contigo mi cielo.
-Mi Ángel, te amo tanto – Le dio un suave beso en los labios de su chica.
-Yo también, por eso tomo esta decisión. No me importa donde vayamos, yo tengo mi profesión y aunque tuviera que inventar recoger conchitas en la playa para poder vivir, créeme que lo haría con todo gusto, porque el mejor regalo que me puede dar la vida es el poder estar a tu lado.
-Vámonos – Le dijo decidido – escapemos lejos, muy lejos – La miró a los ojos y de pronto se arrodilló – Ángel, mi precioso Ángel, cásate conmigo – y de uno de sus dedos se sacó el anillo que algún día se puso, un pequeño anillo de plata como un simple cordón con un hermoso grabado en su interior ‘Por ti recorrería mil mares’. Ángeles leyó el grabado y con una sonrisa le respondió:
-Me encantaría recorrer esos indómitos mares a tu lado, porque mientras así sea nada he de temer – Con un tierno beso cerraron aquel íntimo compromiso.
Mientras ella arreglaba un pequeño bolso con sus pertenencias más queridas, él se vistió y juntos sigilosamente bajaron las escaleras de esa gran casa. Rápidamente tomó papel y lápiz y con su perfecta caligrafía escribió:
‘Les agradezco enormemente los años a mi lado, pero ya llegó la hora de partir y para tu desafortunado negocio, papá, no es con el hijo de tu socio. Me voy para siempre de aquí, no si nos volvamos a ver alguna vez, ya que me iré de la  ciudad y lo más probable es que también del país. Algún día conocerán a sus nietos, no les quitaré ese derecho.
Los quiero, Ángeles.’
Tomó el papel y lo dejó sobre la mesa del recibidor , con unas cuantas lágrimas en los ojos salió al lado de su novio y se subieron en su auto. Se montaron en el auto y se perdieron a toda velocidad en búsqueda de su tan ansiada felicidad.


Fue algo que salió tan derrepente, me gustó como quedó, nunca había escrito un One Shot, pero quedé conforme :)

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